martes, 18 de diciembre de 2012

¿Cómo defendernos sin armas?

El pasado viernes conocíamos que un joven de unos 20 años había irrumpido en una tranquila escuela infantil en un pueblecito de Connecticut y había matado a quemarropa a 20 niños de entre cinco y diez años y seis adultos, entre ellos su madre. Al parecer, el chaval se habría quitado la vida después del tiroteo.

Las primeras informaciones que llegaban eran confusas. Tanto que en un primer momento fue acusado del crimen Ryan Lanza, el hermano del que más tarde se comprobó que era el verdadero asesino, Adam Lanza. Durante un periodo que a Ryan Lanza se le tuvo que hacer inmensamente largo, todas las voces apuntaban a este joven. Él utilizó su perfil de Facebook para desmentir en tiempo real las acusaciones.

La clave de esta nefasta equivocación estuvo en que el asesino llevaba encima en el momento de la matanza el DNI (o un documento similar) de su hermano. Sin embargo este hecho me plantea alguna duda. ¿No deberían la policía y las autoridades asegurarse antes de lanzar una afirmación de tal envergadura? El daño que se le pudo hacer a este chico hasta que finalmente se destapara la verdad debió de ser inmenso. Teniendo en cuenta que él ya estaría pasando su propio duelo, tratando de asimilar la matanza que había perpetrado su hermano, que además había matado a sus progenitores (al padre lo mató en su casa antes de dirigirse a la escuela).

Hay que tener mucho cuidado con las informaciones que se vierten o se filtran, y más en casos en los que se acusa a alguien de un delito. La rapidez de las redes sociales hizo que el nombre de Ryan Lanza diera la vuelta al mundo en cuestión de minutos. El daño ya estaba hecho. Me puedo imaginar lo que dirían de él y lo que el propio Lanza tuvo que escuchar y leer hasta que se aclarara todo.

Y aún siguen sin aclararse las cosas. Se habla mucho de los motivos que llevaron al joven a matar a tantos niños inocentes. Esta mañana escuchaba en la tele que el asesino tenía algún tipo de problema mental, algo así como autismo y cambio de personalidad. Apuntaban a la madre como una de las posibles causantes de esta tragedia, ya que sabía del problema de su hijo y nunca lo había tratado. También hablaban de que el asesino solo pensaba en que el fin del mundo estaba próximo (cuanto daño han hecho los Mayas) y solo quería salvar de esto a los niños. Me temo que no será el único lunático que estos días cometa alguna locura para evitar llegar al Apocalipsis.



Pero más allá de esto, el eterno debate está en el uso de las armas en EEUU. Adam Lanza pudo cometer el tiroteo porque en su casa había un verdadero arsenal (a su madre le gustaba coleccionar armas). El hecho de que cualquiera pueda tener un arma es lo que hace que se produzcan estas situaciones cada vez más comunes. Nunca me cansaré de pensar que esto en España no ocurre. Desequilibrados mentales hay en todas partes pero por lo menos en este país las cosas no se ponen tan fáciles. 

Un Obama emocionado comentó que hay que poner freno a esta situación. No dijo cómo, ni habló directamente de la Segunda Enmienda, pero dio a entender a lo que se refería. Solo espero que esto no quede en agua de borrajas y realmente se planteen cambiar una ley que no ayuda sino a provocar matanzas.

Un amigo americano me preguntó una vez que cómo nos defendíamos en España si no teníamos armas. Le dije que no teníamos armas, porque no teníamos que defendernos. Para velar por nuestra seguridad están los policías, le argumenté. Esa es la mentalidad que tienen y hasta que no cambien eso me temo que no hay nada que hacer.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Renovarse o morir



Si no estás en Internet, no existes. Seguro que habéis escuchado esta frase alguna vez. Y creo que hoy en día esta premisa es más cierta que nunca. Con la avalancha de redes sociales, blogs, bitácoras y demás plataformas donde cualquiera puede exponer su opinión o publicar cualquier material escrito o audiovisual, la importancia de mantenerse dentro de esta comunidad es fundamental. Para estar ahí, para conocer lo que este mundo aporta y para participar de ello.

En el caso de los periodistas cobra especial importancia, ya que el soporte papel y los medios tradicionales, que no gozan de buena salud, están teniendo su transformación en el mundo digital. Y puede que tengan aquí su salvación. Quien sabe, habrá que esperar para verlo. Lo que sí está claro es que el saber no ocupa lugar y todo lo que sea ampliar la formación profesional y personal debe ser bienvenido. 

Con este pensamiento me he embarcado en un objetivo personal. Formarme como community manager y ampliar mis conocimientos sobre el periodismo digital y el abrumador mundo de la era 2.0. Y en ello estoy. Mis primeros pasos me han llevado a dos jornadas celebradas en Valencia, ambas gratuitas (que la crisis es lo que tiene), en las que los temas a tratar han sido las redes sociales y el periodismo digital.

La primera de ellas fue hace ya unas semanas pero aún recuerdo todo lo aprendido como si fuera hoy. La encargada de hablarnos sobre la importancia de gestionar bien las redes sociales fue Mar Monsoriu (@monsoriu), consultora especializada en estos lares.

Tengo que decir que yo pensaba que sabía algo de redes sociales hasta que fui a estas jornadas. Ahí me dí cuenta de lo limitado que es mi conocimiento y del mal uso que hasta ahora he dado a mis redes. Pero que no cunda el pánico me dije. Todo se aprende. Y aún estoy a tiempo de ponerme al día. Pero el camino es muy largo. Tanto como la cantidad de redes sociales existentes actualmente. Que si Facebook, que si Tuenti o Twitter (las más conocidas). Pero también otras profesionales como Linkedin, Viadeo o Xing. Y no hay que olvidar aquellas dedicadas a las fotos como Instagram o Flikr. Y otras como Thumbr, Pinterest, y así un largo etcétera. 

Lo que sí aprendí es una norma básica para todas ellas. Hay que cuidar mucho la imagen que des en estas plataformas porque las empresas cada vez más las utilizan para reclutar gente o para ver cómo es su trabajador. Por ello, un buen consejo puede ser, no vuelques algo de lo que pudieras arrepentirte al hacerse público. Si cumples esto, todo irá bien. 

La otra jornada trató sobre el periodismo digital y su presencia en el panorama actual. En ella participaron multitud de ponentes y hablaron de diversos temas que podrían dar para un post aparte. Pero hoy quiero resumir las ideas básicas que se desprendieron de este encuentro de profesionales. Algo que debe calar en la conciencia de todos es que deben coexistir el periodismo tradicional (la forma de hacer periodismo, yendo al lugar de la noticia, preguntando y contrastando) con la era digital. 

Además, en esta época de crisis hay que ver el lado positivo de las cosas. Esta gran plataforma que es Internet permite, por primera vez en la vida, poder mostrar tu firma sin necesidad de estar en un medio en plantilla. Puedes hacerte oír y ver mediante las redes sociales o un blog y puedes conseguir un reconocimiento a nivel profesional que hasta ahora se reducía a tu participación en los medios de comunicación. Se abre así un mundo lleno de posibilidades que todos deberíamos aprovechar. Yo desde luego, voy a intentarlo.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Fumando espero

Me paso el día esperando. Y si fumara, que no es el caso, me lo pasaría fumando. Esperando un buen trabajo. O un trabajo, a secas. Esperando un golpe de suerte. Esperando ese destino para el que estoy creada. Mi propio camino. Me paso el día esperando que llegue algo que haga cambiar mi monótona vida. Algo por lo que merezca la pena levantarse cada día y luchar. Un golpe de suerte, un premio de lotería o simplemente un poco de emoción.

Me dijeron que estudiara una carrera. Tendrás más salidas, decían unos. Estudia lo que te gusta, comentaban otros. Y tú te ves ahí, en una encrucijada, teniendo que elegir algo que marcará el resto de tu vida. Al final haces caso a los mayores, llenos de sabiduría, y buscas una carrera (por supuesto, un módulo estaba mal visto, era para "tontos". Y yo me pregunto quién es el tonto ahora.) que te llena, que te gusta, que te apasiona. 

Cinco años de estudios en los que te vas haciendo una pequeña idea de lo que te depara, de lo que es el mundo periodístico. O eso es lo que crees tú. Cinco años de clases muy teóricas y poco prácticas y en los que crees que has aprendido a redactar y comunicar. Nada más lejos de la realidad.



Cuando te lanzas a la jungla de asfalto y empiezas a currar en lo que a tí te gusta, te das cuenta de lo que hay. No es oro todo lo que reluce. Ni siquiera plata. Horas y horas de trabajo duro, porque quieres destacar, ser el mejor. Sueldos míseros en el mejor de los casos. Mucho intrusismo. Pocos agradecimientos, y poco respeto por la profesión periodística. Los empresarios se aprovechan del mal del periodista: una profesión vocacional. Al escuchar esto se ilumina la bombilla y encuentran una mano de obra cualificada muy barata. Total, van a trabajar y con mucho gusto, deben de pensar. Y no les falta razón, en época de crisis todo es más difícil y muchos compañeros se agarran a un clavo ardiendo aunque su sueldo sea de un euro por post publicado.

Pero no me malinterpreteis. A pesar de todo, me gusta esta profesión. Cuando la pruebas te atrapa, y ya no puedes salir. Y es para lo que he nacido. Para escribir, para informar, para comunicar. Así que seguiré intentándolo, esperando ese golpe de suerte y esa emoción que me lleve a ponerme delante de un ordenador y aporrear teclas hasta que salga algo inteligible y digno de contar.

Pero hasta entonces, pasaré por aquí a menudo, tratando de que no se me olvide el arte de escribir y contando lo que me ocurre por la tierra de las flores, de la luz y del amor.